sábado, 11 de abril de 2009

Sábado Santo y José Watanabe

Admiro a Watanabe por la sencillez de su lenguaje, influenciado por el laconismo del haiku, aprendido de su padre, la musicalidad de la poesía francesa, (Mallarmé o Verlaine) y la belleza, la magia y la fuerza de su lengua materna. En particular, sus poemas de "Habitó entre nosotros" me seducen por la forma en que nos acerca a los personajes del evangelio desmitificándolos y acercándonos a su humanidad. Así lo hace con el mismo Jesucristo, del que dice que habitó entre nosotros y sin embargo, no le quita su aureola de divinidad, aquella que cita por ejemplo en el poema de los discípulos dormidos: "..No reproches tan acremente nuestro sueño, Señor, el sueño nos eleva a otra esfera, fabulosa, como la que viene contigo cuando amanece."

En el poema de la Última Cena, se pone en la piel de una sencilla mujer que arregla la mesa, y después se retira. Ella, tal vez porque es vieja, no solamente percibe la próxima muerte que corona al Maestro, sino que la huele, así nos acerca Watanabe a la fuerza del instinto, pero esto no es lo esencial en el poema. Lo verdaderamente esencial es como ella. con toda naturalidad, asume y entiende el misterio de la Eucaristía. Watanabe comienza a hablar del pan hecho carne cuando dice:y comenzó a destazar el gran pan como si fuera un animal de trigo...más tarde lo convierte en sagrado cuando el Maestro dice:"cada pedazo de pan que reciben soy yo" Y la mujer dice: Que poco avisados, que poco lúcidos, que poco despiertos sus discípulos que no ven que pan o carne es lo mismo.... ....En otro de los versos dice..."uno de los doce preguntó: Estás empezando una parábola Maestro?" Y es así, con la claridad de una parábola, como Watanabe nos va msotrando su poesía.


Yo dispuse la larga mesa de los alimentos de la Pascua.
Soy vieja y sé quién está coronado por la muerte. Era El.
No me atreví a consolarlo,
porque mirando por la puerta la triste noche de Jerusalem,
comenzó a destazar para sus discìpulos
el gran pan
como si fuera un animal de trigo.
Abandoné discretamente el comedor cuando El decía:
Cada pedazo de pan que reciben, soy yo.
Uno de los doce preguntó?Estás empezando una parábola Maestro?.
Afuera pensé: Que poco avisados sus discípulos,
que no ven que el hombre está coronado por la muerte
y que pan o carne es lo mismo.!
Cuando se marcharon,mi vecina me acusó de exagerada e imaginera:
El siempre habla con símbolos me dijo;
pero en el comedor vacío, entre las migajas y el vino,
percibí el límpido olor de una herida.

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