domingo, 24 de mayo de 2009

El Instituto Santa Irene





Don José Policarpo Sanz, gallego de Marín, fallece en París en l889. Como buen paisano, emigra a las Américas para hacer fortuna, cosa que consigue cumplidamente. Pero su corazón siempre estuvo en su tierra.
Lega toda su fortuna a la ciudad de Vigo con dos condiciones: una que se construyera un Colegio de Enseñanza media, en piedra, que llevara el nombre de su esposa "Irene", allí se expondrían sus numerosas obras de arte. Otra, que se construyera un Hospital de Caridad.
El edificio se construyó con granito blanco de la vecina Arcade.
Accedí a sus aulas con nueve años, antes ya había paseado y jugado hasta el anochecer por todos su jardines y frontones, paseando en bici o recogiendo hojas de eucalipto para el constipado cuando se acercaba el invierno, en su paralelo bosque que lindaba con el Parque de Castrelos.
Desde los cinco años había deseado vivamente llegar a aquel espacio que me parecía imponente. Todos mis hermanos, mayores que yo, estaban ya en alguno de sus cursos. Recuedo su pórtico con su terraza recogida con una balaustrada neobarroca y sus plantas compuestas por sucesivas columnas jónicas.
Pero lo más impresionante para mi era el Paraninfo. Allí recogí mis primeros diplomas temblándome las rodillas. Estaba en el equipo de baloncesto y bailaba dentro del grupo de "ballet gallego".
Tengo que reconocer haber sido "mimada" por mis profesores. Recuerdo al Sr, Feijerio que enseñaba a base de sentido del humor. A la Srta Millán, de griego, al Sr, Piñerio, de latín al Sr, Capilla, de Filosofía, a Rujo, de Matemáticas, a Curiel de Francés, y al Sr. Corrales un magnifico dibujante. Vendrían después Ferrín.....pero eso es mucho más tarde......
Pero la mayor de mis travesuras era subir a la torre del reloj. Allí agazapadas, dos compañera y yo, entrábamos a hurtadillas en la máquina del tiempo, como si de una película de aventuras se tratara y paradojicamente, allí no parecían pasar las horas. Entre las torres y las agujas se divisaba, en la lejanía, el mar.
Si quieres vivir esta experiencia entra en: http://es.youtube.com/watch?v=KaTRFFPtueg
En aquel espacio descubrí el valor de la amistad, el amor al estudio y la admiración por la sabiduría de mis profesores.
Fueron auténticos días de felicidad, pero estábamos en plena dictadura. A los dos años de estar en el Santa Irene construyeron un Ínstituto sólo para niñas, así fuí desterrada de aquel cálido mundo por mi condición de mujer. Pero seguí paseando por sus jardines......Aún lo hago ahora cuando vuelvo a Vigo.
(Mil veces gracias, Policarpo)


4 comentarios:

  1. Mila muy bonita la entrada y ese recuerdo del colegio. Yo también me escapaba para intentar subir al campanario de la iglesía y descubrir nuevos mundos (en ese caso los laberintos de las paredes de la iglesia) el miedo y y l aventura que suponía. en nuestro caso además corrías el peligro de que te pillará el sacristan o no bajar a tiempo y quedarte encerrada.
    Que bonitos son lo olores de la niñez adolescecia.
    Un besito.

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  2. Mila , es una historia tan bonita... felicidades

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  3. El artículo del colegio está muy bien, pero tu crónica desde la Universidad de Castilla La Mancha aún estará mejor.

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