domingo, 11 de abril de 2010

El Golem, un buen libro para estas Pascuas.

Una de las novelas universales del género considerado fantástico. Escrita en 1915 por Gustav Meyrink, inspirada en la figura del Gólem, muñeco de arcilla que según la Cábala podía convertirse en humano y encarna en la novela el inconsciente colectivo con todas sus potencias ocultas, destructivas y dormidas.

La acción se sitúa en en ghetto judío de Praga, siendo el protagonista un tallador de piedras preciosas, Athanasius Pernath. Meyrink introduce elementos de la cábala con toda su riqueza simbólica, pero también de la alquimia, el budismo y el taoismo y el esoterismo.

Una atmosfera de misterio, de planos superpuestos, de visiones oníricas, de mezcla de mundos reales e irreales visibles e invisibles, va creando una red en la que el lector queda completamente hechizado.

Los mensajes que se reciben en sueños, el sonambulismo, las cartas del Tarot, los mantrams, la vigilia de los antepasados, el prodigio como parte natural de la vida, la ilusión del tiempo lineal, el despertar, los designios extraños de la mano del Destino, el amor por la amada al estilo de Petrarca y el tratamiento del doble etérico, nos desvelan a un autor profundamente instruído cuya obra fue objeto de estudio no sólo bajo el prisma de la literatura sino de la filosofía, la religión, el ocultismo y la psicología.

Llevada al cine por Paul Wegener, se considera la obra más vendida entre 1915 y 1940.

En lo que se refiere al autor, nacido el 19 de Enero de 1868 en Viena, no fue aceptado por su familia paterna hasta que comienza a tener éxito como escritor. Gustav, rechaza llevar su apellido. A la edad de 24 años decide suicidarse, y estando a punto de disparar su pistola, bajo su puerta alguien deja un folleto titulado "La Vida postrera" ", este misterioso suceso salva la vida del autor y le lleva a interesarse por las ciencias ocultas, habiendo sido miembro por un tiempo de la Golden Dawn.

Los personajes atormentados, la meta del suicidio y los progenitores nobles con malvados sentimientos así como el paso por el presidido, forman parte tanto de la propia vida del autor como de los personajes de sus novelas. Desgraciadamente su propio hijo cumplió con el suicidio que no cometió el padre, también a la edad de 24 años y Meyrick murió poco después.



Jorge Luis Borges, en su obra: "El otro, el mismo", escribe un poema sobre el Golem:
En laspalabras preliminares a su lectura nos dice lo siguiente: "El hombre es al rabino que lo creó lo que el hombre es a Dios y es también lo que el poema es al poeta:"

Si (como afirma el griego en el Cratilo)
el nombre es arquetipo de la cosa
en las letras de 'rosa' está la rosa
y todo el Nilo en la palabra 'Nilo'.

Y, hecho de consonantes y vocales,
habrá un terrible Nombre, que la esencia
cifre de Dios y que la Omnipotencia
guarde en letras y sílabas cabales.

Adán y las estrellas lo supieron
en el Jardín. La herrumbre del pecado
(dicen los cabalistas) lo ha borrado
y las generaciones lo perdieron.

Los artificios y el candor del hombre
no tienen fin. Sabemos que hubo un día
en que el pueblo de Dios buscaba el Nombre
en las vigilias de la judería.

No a la manera de otras que una vaga
sombra insinúan en la vaga historia,
aún está verde y viva la memoria
de Judá León, que era rabino en Praga.

Sediento de saber lo que Dios sabe,
Judá León se dió a permutaciones
de letras y a complejas variaciones
y al fin pronunció el Nombre que es la Clave,

la Puerta, el Eco, el Huésped y el Palacio,
sobre un muñeco que con torpes manos
labró, para enseñarle los arcanos
de las Letras, del Tiempo y del Espacio.

El simulacro alzó los soñolientos
párpados y vio formas y colores
que no entendió, perdidos en rumores
y ensayó temerosos movimientos.

Gradualmente se vio (como nosotros)
aprisionado en esta red sonora
de Antes, Después, Ayer, Mientras, Ahora,
Derecha, Izquierda, Yo, Tú, Aquellos, Otros.

(El cabalista que ofició de numen
a la vasta criatura apodó Golem;
estas verdades las refiere Scholem
en un docto lugar de su volumen.)

El rabí le explicaba el universo"
esto es mi pie; esto el tuyo, esto la soga."
y logró, al cabo de años, que el perverso
barriera bien o mal la sinagoga.

Tal vez hubo un error en la grafía
o en la articulación del Sacro Nombre;
a pesar de tan alta hechicería,
no aprendió a hablar el aprendiz de hombre.

Sus ojos, menos de hombre que de perro
y harto menos de perro que de cosa,
seguían al rabí por la dudosa
penumbra de las piezas del encierro.

Algo anormal y tosco hubo en el Golem
ya que a su paso el gato del rabino
se escondía. (Ese gato no está en Scholem
pero, a través del tiempo, lo adivino.)

Elevando a su Dios manos filiales,
las devociones de su Dios copiaba
o, estúpido y sonriente, se ahuecaba
en cóncavas zalemas orientales.

El rabí lo miraba con ternura
y con algún horror. '¿Cómo' (se dijo)'
pude engendrar este penoso hijo
y la inacción dejé, que es la cordura?

''¿Por qué di en agregar a la infinita
serie un símbolo más? ¿Por qué a la vana
madeja que en lo eterno se devana,
di otra causa, otro efecto y otra cuita?

'En la hora de angustia y de luz vaga,
en su Golem los ojos detenía.
¿Quién nos dirá las cosas que sentía
Dios, al mirar a su rabino en Praga?

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